Wednesday, January 26, 2005

El Fantasma De La Ópera, La Película

Raoul: Christine, i loooooveee yoooouuu!
Christine: Raoooouuuuul!

Estaba encima de un barco, ocupado sólo por futbolistas del Pachuca. Yo preguntaba a dónde nos dirigíamos y nadie sabía. De pronto el barco ya no era un barco, sino un paradero de microbúses. Yo lo recorría y preguntaba a los chóferes cuál era su ruta, pero ninguno sabía. Y de pronto yo era un chofer de microbús y la gente tocaba el timbre para bajarse, pero, como no había ningún paradero, me daba miedo detenerme donde no era permitido y que una patrulla me multara.
Y después desperté y la pinche mamada de película todavía no se acababa. Más cursi e irritante que el peor capítulo de Papá Soltero, con la coherencia dramática de un episodio de la escuelita V.I.P. y con una protagonista con todo el carisma y sex apeal de Lolita de La Vega.
Y luego la gente que aplaudió al final de la película... Y yo creía que esa bonita tradición ya se había perdido. Me da gusto saber seguimos acogiendo nuestra naquez en lo más profundo de nuestras almas, lista para salir a la menor provocación.
No vayan a verla. Mejor quédense en sus casas, mastiquen vidrio y bájenselo con cloralex. Es más divertido. Neta.
Mi calificación: Mierda infecta.

3 comments:

Plaqueta said...

Híjole, me cai que sí con lo del vidrio y Cloralex. Espanto de película, y eso que yo tengo debilidad por los musicales. La protagonista, además, es idéntica a una pobre mujer que iba en mi secundaria, extraordinariamente ñoña y parlanchina, y con una incapacidad patológica para percatarse de que todos deseaban ansiosos que se callara la bocota.

Augusto said...

A mi también me gusta un buen la música del fantasma. Por eso me encabronó tanto que la película estuviera tan pinche.

hugo said...

jajaja, me encanta tu receta de vidrio con cloralex. pero al menos habria que pararse en una esquina para conseguir propinas y recuperar la inversion en boletos de cine chafa. hoy hubiera hecho eso. vi national treasure. bueno, eso me pasa por wey, y por hacerle caso a un compañero de oficina, de los que usan corbata.