Monday, September 21, 2009

Un Cuento De La Semana Del Tiburón. Final.

Convencido de que iba a necesitar una dosis más grande para mantener la calma, Scrutch se procuró varias líneas de pan molido colombiano y las inhaló consecutivamente.
Como el puro pan molido le supo medio insípido, Scrutch molió un poco de mantequilla y mermelada y las mezcló con las líneas que ya tenía preparadas y también las inhaló.
Tanto pan le dio sed, así que preparó unas lineas de choco mil y las combinó con leche nido en polvo y, prontamente, las inhaló.
Y, finalmente, para prevenir alguna indigestión nasal inhaló también unas líneas de sal de uvas picot.

La noche prometía ser larga. Pero las noches prometen muchas cosas. Pero ésta noche te lo firmaba y te lo cumplía. Así que larga fue.

Apenas cerraba los ojos, cuando Scrutch fue sobresaltado por otra macabra aparición.
- Simple mortal, contempla al Fantasma de los Días de la Bandera futuros.
- ¿Eh?
- Aguanta, ¿éste es el departamento 9-C?
- Sí, pero del edificio F5.
- ¿No te llamas Gervasio?
- No.
- Ah, es que debo enseñarle el verdadero significado del Día de la Bandera a un tal Gervasio Romero.
- Mmm, no, te equivocaste de departamento, yo estoy aprendiendo el verdadero significado de la Semana del Tiburón.
- Ah, okey. Bueno, con permiso.

El abominable espectro se esfumó en el aire (después de pedir un taxi de sitio cuyas placas Scrutch le hizo favor de anotar por si acaso algo le sucedía en el camino).

Resignado a pasar una noche en vela, Scrutch esperó, paciente, a la siguiente aparición, la cual resultó ser Rodolfo, el tiburón de la nariz roja.

- Scrutch, he venido a mostrarte cómo sería tu vida en el futuro si sigues sin festejar la Semana del Tiburón.
Rodolfo lo tomó de la mano (de forma estrictamente heterosexual) y ambos aparecieron en el futuro. Carros voladores atravesaban el horizonte, miles de androides funcionaban como los fieles sirvientes de la humanidad y la Secretaría de Salubridad por fin anunciaba que dentro de sólo dos años más (aproximadamente) tendría listas las vacunas contra la influenza A H1N1.

- Escucha, Scrutch, si sigues por ese camino de... ouch... de... ay, cabrón, aguanta... voy al baño...
Rodolfo se sujetó el estómago y salió corriendo. Unos minutos después regresó, aliviado.
- Como te decía, en el futuro vas a llevar una vida de... ouch... ¡la puta madre! Regreso...
Rodolfo volvió a salir corriendo. Una media hora después, regresó.
- Ayyy, no mamessss... Güey, me siento de la chingada, me quiero ir a mi casa, la cosa es que tienes que celebrar la Semana del Tiburón, ¿va?
- Bueno... Oye, ¿te importa si te reviso?
Scrutch le realizó un examen físico a Rodolfo (de forma no tan estrictamente heterosexual) e inmediatamente le diagnosticó colitis escuala.
- Oh, ¿y qué es eso?
- Acompáñame.
Scrutch tomó la mano de Rodolfo (de forma ya francamente homosexual) y de pronto ambos aparecieron dentro de un enorme colon.

A continuación, Scrutch procedió a explicarle, detalle a detalle, el fascinante mundo de la colitis y fue así que Rodolfo, el tiburón de la nariz roja, entendió el verdadero significado de la colitis.
- ¿Y cuál es el tratamiento?-preguntó, ilusionado, Rodolfo.
- Lo siento, pero no hay suficientes estudios al respecto. Pero si conoces a algún camarón con colitis, mándamelo.
- Seguro. Ah, me encantan los finales felices, especialmente los de los masajes.
- ¿Qué?
- ¿Qué?

¡Y que el gran blanco nos bendiga a todos!