En uno de mis tantos viajes por el mundo, me encontré una obra literaria injustamente olvidada y que ahora quiero compartir con ustedes: "Marcelino en el cielo" (la secuela oficial de la famosa película "Marcelino, pan y vino").
La historia empieza un día en que Cristo estaba espiando a Marcelino mientras éste se autoerotizaba.
Cristo disfruta tanto ver a sus hijos en actividades onanistas, que a menudo empieza a sudar abundantemente por la emoción.
Marcelino sintió que alguien lo observaba, pero Cristo se esfumó antes que lo descubrieran. Marcelino, aliviado, descubrió que el único que lo espiaba era el buen Fray Pedófilo.
Cansando de experimentar en solitario, Marcelino empezó a probar el acto amoroso con diversos animales de granja.
Sin embargo, los frailes no tardaron en notar el terrible daño físico y emocional que sufrieron sus queridos pájaros de manos de Marcelino.
Así que los frailes se organizaron para enseñarle a Marcelino una lección que nunca olvidaría...
Pobre Marcelino, después de eso no pudo cagar bien en meses.
Así que una noche, Marcelino decidió cobrar venganza por los años de abuso de los que había sido víctima. El fuego purificaría las almas de los impíos frailes.
Lleno de gozo, Marcelino vio a los frailes arder como cerdos. Uno a uno.
Con una enorme sonrisa de satisfacción, Marcelino emergió de las cenizas, su sed de venganza satisfecha por fin.
Sin embargo, embriagado de poder, Marcelino permaneció en el convento y murió también. Llegó al cielo como tapón.
De inmediato fue recibido por una edecán que le dio un tour por las instalaciones.
Y luego fue presentado con el Gerente Regional, quien le presumió su impecable manicure.
Y le contó una escalofriante historia de intriga, erotismo y suspense.
Después se reencontró con su mamá, quien adquirió un severo caso de
acromegalia después de su muerte.
Sin embargo, Marcelino recordó que había dejado la estufa prendida y pidió permiso para regresar a la tierra a apagarla.
Pero todo era una mentira (en esa época las estufas eran de leña) y Marcelino volvió a la tierra sólo para espiar a los frailes mientras abusaban de sí mismos.
Así que, niños, recuerden que cada que se tocan impropiamente, lo más seguro es que Marcelino (o Cristo (o los dos al mismo tiempo)) los estén espiando.